El fenómeno mundial sobre retroceso de conceptos como libertad y democracia, también arremete a nuestro país.
La última encuesta CEP mostró que el valor por la democracia por parte de los chilenos es preocupante. Solo el 49% cree que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno y va a la baja. Un 19% cree que, en algunas circunstancias, un gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático.
¿Qué pasó para que los ciudadanos dejaran de valorar y creer que la democracia es el mejor régimen? Muchas variables juegan un rol en este resultado, como la lejanía, poca empatía y falta de respuesta de la política y las instituciones a las necesidades reales de los ciudadanos y las ciudadanas. Esto, entre otras cosas, ha provocado una baja en la credibilidad de instituciones tan relevantes como el Congreso y sus integrantes, quienes están encargados de legislar ni más ni menos que sobre esas necesidades y urgencias ciudadanas.
Si entendemos que los partidos políticos son organizaciones que crean y sustentan muchas de las instituciones del Estado, y que además desempeñan una acción social y política imprescindible en una democracia, entonces deberían ser ellos los principales articuladores y aglutinadores de los intereses sociales e instrumento para que la sociedad avance. Además, participan en la vida democrática de los países y defienden la dignidad humana.
Por esto, es urgente e imprescindible un cambio a nuestro sistema político. Nuestro actual sistema –y en el sistema de partidos, sistema electoral– no nos está dando la estabilidad y los equilibrios que se requieren para gobernar. La fragmentación del Congreso y el actual régimen presidencialista dificultan la gobernabilidad. Hemos visto desde hace un tiempo más bien un sistema trabado, fragmentado y debilitado. La legitimidad de los congresistas es fundamental para garantizar el balance entre los poderes del Estado. La relación entre los poderes Ejecutivo y Legislativo está en el corazón de la cuestión republicana, más aún considerando que nuestra democracia es presidencialista y que, por lo tanto, nuestros presidentes tienen amplios poderes formales.
Sumado a todo lo anterior, no podemos omitir la permanente e incipiente amenaza llamada “populismo”. Recordemos a los profesores Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, que han estudiado la caída de varias democracias en Europa y Latinoamérica. ¿Las democracias están en peligro?, ellos dicen que sí. Afirman que las democracias ya no acaban con un golpe de Estado, o una revolución como estábamos acostumbrados, sino que peligran por el desgaste lento y permanente de instituciones imprescindibles como el sistema judicial, sistema de partidos, la prensa, entre otros.
La esperanza –como dicen ellos– es que hay opciones. Es una oportunidad sin duda que este nuevo Consejo Constitucional pueda hacer las propuestas de cambio que nuestro sistema político necesita para avanzar y no caer en el flagelo de un gobierno populista o de régimen autoritario.
Lo cierto es que tenemos desafíos importantes en una sociedad donde, hasta diciembre de 2022, el 63% de los encuestados señala estar muy poco interesado o nada interesado en la política. La labor responsable y consciente que ejercen los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial resulta trascendental para poder recuperar la credibilidad y confianza de las chilenas y los chilenos y poder, así, comenzar a construir con esperanza el futuro que se nos aproxima.
Fuente: Elmostrador.cl