A comienzos de este año, escribí lo siguiente sobre la “conmemoración de 50 años” impulsada entusiastamente por el gobierno:
“Esa iniciativa gubernamental puede convertir 2023 en un año partisano, tal como lo hicieron del 2022 llamando al Apruebo de un texto intragable para la mayoría del país. Si así ocurre, agudizarán nuevamente la polarización de Chile… Y si con el plebiscito no alcanzaron a percatarse, a 50 años del golpe, el alineamiento de la sociedad chilena sobre esos hechos no es el mismo de 1973 y tampoco el de 1990 o del 2010″.
“Soy de esa minoría ciudadana que ya existía durante la UP… Soy parte de aquellos que vivimos ese período y que, de cuestionarlo, supimos ser izquierda exitosa con la Concertación. Los que vivimos esa derrota política monumental de brutales consecuencias, no la glorificamos ni quisiéramos repetirla. Una polarización de Chile en 2023 por lo ocurrido hace 50 años, conspira contra las urgencias presentes de nuestro país y del gobierno. Me parece irresponsable no advertirlo”.
El triste final de la designación de Patricio Fernández, defenestrado por el PC con la aquiescencia del Presidente Boric, me lleva a reiterar la advertencia. El intento de distraer la atención respecto a fracasos y a urgencias sin respuesta, solo profundizará la crisis.
La política sufre una degradación inocultable. La lógica de “estado-botín” ha alcanzado alturas desconocidas y por lo mismo, también la del escándalo público. En tanto el Estado, principal instrumento de la política, falla visiblemente en su respuesta institucional a las prioridades ciudadanas: seguridad, salud, educación y crecimiento. La economía anuncia meses muy duros de estancamiento, arcas fiscales pobres y reformas tributarias trabadas. Así, anhelos sociales insatisfechos desde hace más de un decenio, se siguen arrastrando sin respuesta visible.
Están mal utilizando el pasado para disimular el pantano político que los aprisiona. El nombramiento de Fernández y el lanzamiento con fanfarria de la “conmemoración”, nació luego del Rechazo en el plebiscito. Ahora, su renuncia cae en medio de otra debacle, esta vez con una trizadura mayor del oficialismo. Ya la conmemoración “oficial” de los 50 años tomó sello sectario por esta maniobra acusatoria falsa que ha concitado rechazo, incluso de parte significativa de la propia izquierda.
Terminemos con pretextos y avivadas para salir del paso. Han sido tantas en estos meses, que afortunadamente han curtido a mayorías. La ciudadanía esta menos vulnerable a ellas. Asuman su realidad y permítannos a todos asumirla responsablemente. Tratemos de hacer lo único que justifica a la política: dar gobernabilidad a los asuntos comunes que inquietan a la “polis”. Y eso exige acuerdos amplios. El gobierno por sí solo no es capaz de darla.
Fuente: Latercera.com